domingo, 28 de agosto de 2011

ROJO


Me quedé con el acorde
de una guitarra flamenca
sangre te llamo sangre
y una copa de vino tinto
fué mi compañía.

Desde entonces…
prefiero las otoñales tardes
el descenso de las hojas en doceles
La sinfonía silenciada por árboles
y viento
un paisaje leonesco que amanse al cielo
la sospecha de la luna llena
y este ligero vestido rojo en la noche
para desertar de la rutina.

Me quedé, con el acorde
de esa guitarra flamenca


Rosaura Mestizo Mayorga
(Inédito-Registrado)

domingo, 21 de agosto de 2011

LA POESÍA ES UN ARMA CARGADA DE FUTURO

Rafael Múgica (Marzo1911 – Abril de 1991), español, conocido como Gabriel Celaya, fue un poeta español de la generación literaria de posguerra. Reconocido por su compromiso con la poesía, del movimiento "poesía comprometida".

Ingeniero para su padre y poeta para el mundo. En 1947 fundó en San Sebastián, al lado de Amparo Gastón, la colección de poesía «Norte». Obtuvo en 1956 el Premio de la Crítica por su libro «De claro en claro», al que siguieron entre otros, «Plural» (1935), «Cantos Íberos» (1955), «Casi en prosa» (1972), «Buenos días, buenas noches» (1976) y «Penúltimos poemas» en (1982). En 1986 recibió el Premio Nacional de las Letras Españolas.



Cuando ya nada se espera personalmente exaltante,
mas se palpita y se sigue más acá de la conciencia,
fieramente existiendo, ciegamente afirmado,
como un pulso que golpea las tinieblas,

cuando se miran de frente
los vertiginosos ojos claros de la muerte,
se dicen las verdades:
las bárbaras, terribles, amorosas crueldades.

Se dicen los poemas
que ensanchan los pulmones de cuantos, asfixiados,
piden ser, piden ritmo,
piden ley para aquello que sienten excesivo.

Con la velocidad del instinto,
con el rayo del prodigio,
como mágica evidencia, lo real se nos convierte
en lo idéntico a sí mismo.

Poesía para el pobre, poesía necesaria
como el pan de cada día,
como el aire que exigimos trece veces por minuto,
para ser y en tanto somos dar un sí que glorifica.

Porque vivimos a golpes, porque apenas si nos dejan
decir que somos quien somos,
nuestros cantares no pueden ser sin pecado un adorno.
Estamos tocando el fondo.

Maldigo la poesía concebida como un lujo
cultural por los neutrales
que, lavándose las manos, se desentienden y evaden.
Maldigo la poesía de quien no toma partido hasta mancharse.

Hago mías las faltas. Siento en mí a cuantos sufren
y canto respirando.
Canto, y canto, y cantando más allá de mis penas
personales, me ensancho.

Quisiera daros vida, provocar nuevos actos,
y calculo por eso con técnica qué puedo.
Me siento un ingeniero del verso y un obrero
que trabaja con otros a España en sus aceros.

Tal es mi poesía: poesía-herramienta
a la vez que latido de lo unánime y ciego.
Tal es, arma cargada de futuro expansivo
con que te apunto al pecho.

No es una poesía gota a gota pensada.
No es un bello producto. No es un fruto perfecto.
Es algo como el aire que todos respiramos
y es el canto que espacia cuanto dentro llevamos.

Son palabras que todos repetimos sintiendo
como nuestras, y vuelan. Son más que lo mentado.
Son lo más necesario: lo que no tiene nombre.
Son gritos en el cielo, y en la tierra son actos.

(Gabriel Celaya)

lunes, 15 de agosto de 2011

VERDAD SEPULTADA

Para aquellos que no volverán a ver el brillo del sol, porque les fué arrebatado incluso el derecho a ser llorado sobre el ataud. A ser acariciado por una clavel blanco


Un tiempo ajeno
Una ausencia
un grito mudo
Una nube derrotada
Una imagen incesante
De lluvias y bocas

Un espacio etéreo
Sin lágrimas
sin pétalos de rosas
Sin nombre

Un cuerpo sumergido
En el desnudo de otros

Muchos días heridos
De piedra y grava
Un pájaro
Dejó crecer el musgo
sobre si


Rosaura Mestizo Mayorga