viernes, 1 de junio de 2012

NI UNA MÁS

Anoche
Oí el llanto de un hombre de liquidas pupilas,
temiéndole al bostezo de la noche.
Uno
como tantos hecho de burbujas
fugándose de la masacre que hizo con la muerte

Anoche
Oí también el balar de las ovejas en la bóveda celeste,
tratando de redimir un canto suplicante de mujer
del insaciable incendio de su alma.

En una más, de tantas,
volvió a encallar el vil verdugo hasta al mínimo hilillo de su nervio
para morder su carne frágil
en la oblicuidad descendente del tormento;
y ungiendo la intensidad de su desprecio,
allí donde la vida nace y las flores crecen
te profanó -Rosa-.

¡Qué ahorque con el llanto los últimos recuerdos
de una, que ha sido tantas;
que los anide para siempre bajo las borrascas de sus gritos
y sea el principio del fin para su opio!

La mujer no necesita una estatua o un emblema de heroína,
sí, una ágora protectora que fluya de las ruinas,
que nuestro tiempo no lo desteja más el demonio de la violencia.
 


Rosaura Mestizo Mayorga
-lunadeoctubre-