-Para mis amigas que continúan felizmente casadas-
Después
de varias décadas juntos
he logrado de ti, la hermandad.
De tus libros
sospeché mares y arrecifes
donde perdías la brújula
y la imaginación era tu vela.
Tu decías muy poco al despertar
para dejar en tu espalda
una incógnita al revés.
Aun cuando yo
dibujara corazones en tus hombros
el periódico me ganaba la partida.
Si recordaras
tus noches de cansancio
serían en número mayor
a mis dolores de cabeza.
Por fortuna para ti
aún mis amigas
dejan el escarlata de su labial
en mi solapa.
Muchas gotas de miel
que puse en tu café
terminaron derrotadas en el fondo de la taza.
Qué tiempo
en que en cápsulas de éxtasis
y olfato de lujuria
venía la ternura complacida.
Aún murmuras
que no te comprendo.
Y hoy,
aplaudes
pero no lees mis versos
Escuchas
mis dolencias
para acompañarme al médico
Me observas
tras los lentes
para poner mi chal encima.
Según dicen
Seguimos siendo
un matrimonio ejemplar.
Rosaura Mestizo Mayorga