lunes, 25 de abril de 2011

HOMENAJE A GONZALO ROJAS

Chile te extraña - Colombia tambíen

Fuimos tan próximos y estuvimos distantes.
Acaso nos vimos en los rostros de la niebla
y en la cintura de la brisa que segaba los Andes.
Muchas veces recibo de manos invisibles
el follaje de tus versos.

He heredando de ti:
"... tierra, y sangre, y esqueleto,
y el vientre de esta línea donde has llorado tú,
con una espina adentro de tu llanto".

Por que como el,
te has marchado sin cargar sus huesos.

ROSAURA MESTIZO MAYORGA


RETRATO DE LA NIEBLA

(Del poemario: Miseria del Hombre)
(Gonzalo Rojas)

I

No hay un viento tan orgulloso de su vuelo
como esta neblina volátil
que ahora está cerrando las piedras de la costa,
para que ni las piedras oigan latir su lágrima encerrada.

Oh garganta: libérate en goteantes estrellas:
echa a correr tus llaves a través de los huesos.
Que ruede un sol salado por la costa del día,
por las mejillas de las rocas.
Aparezcan las hebras del sollozo afilado en la espuma.

Niebla: posa tus plumas en la visión vacía
hasta donde las alas físicas de la muerte
abran la tempestad.
Sonámbula, apacienta tus ovejas sin ojos.
Famélica, devora la esencia y la presencia.
Oh peste blanca recostada en la marea.

Oh ánima del suicidio: ¿Quién no ama tus cabellos
perezosos y, al verte, ¿quién no mira su origen?
Neblina de lo idéntico: yo soy eso que soy,
y estoy como un carbón condenado a dormir en mi roca.

Me desvela el espectro de la revelación
debajo de esta blanca telaraña marítima
tejida por la historia de la luz cenicienta:
espina que me impide respirar
debajo de mi lengua.

II

Oh llaga, no sabía
dónde empezaba yo, dónde la tierra.
Me entregaba a mis cielos de niño.
Respiraba en los libros los rosales del mundo.
Me moría de estar con el sol de mi madre en el huerto divino.

Oh lengua,
no sabía
que las rosas son formas del orgullo,
y son sangre viciosa.
Que yo era un animal puro como un cuchillo,
y rajé mi ilusión de un hondo tajo,
y me extasió la hondura
de los cuerpos del vicio.

Oh lengua, navegué bajo de la neblina.
Lo vi todo, bajé las escaleras
del crimen. Liberé fiera cautiva
-la imagen misma de mi fría cólera-,
y la senté al festín de los sacrificados,
y me encerré en la niebla
para verlo
todo.

Oh lengua:
te diría
lo que mis ojos vieron en el éxtasis,
en lo más alto de ese viento frío,
tan lejos de la niebla como próximo al fuego.

Oh lengua: te diría
toda mi vida allí con el sol en mi cuerpo,
en lo más puro de la roca helada,
con un desierto al pie de mi castillo,
con una simple línea bajo mi alma,
como tú, con un número detrás de tu apariencia,
inscrito por el filo del misterio.

Oh lengua: estoy aquí para decirte
-después de mucho ver y errar a solas
por el país lejano del castigo-,
que hoy piso ya mi línea muy amada,
que he tocado las costas de esta línea
nublada por la niebla,
y estoy tocando tierra, y sangre, y esqueleto,
y el vientre de esta línea donde has llorado tú,
con una espina adentro de tu llanto.

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